Por Raúl H. Pérez Navarrete
La cinta Mirrormask tuvo una escasa distribución tras su estreno en el 2005, sin embargo, los seguidores de los dos hombres detrás del proyecto -el escritor Neil Gaiman y el director y diseñador gráfico Dave McKean- la convirtieron en una película de culto de manera instantánea. El filme narra las aventuras de Helena, una chica que despierta en un mundo poblado por extraños seres que parecen extraídos de pinturas de Max Ernst y El Bosco y en donde los objetos inanimados poseen sentimientos. En ese lugar, la protagonista tendrá que ir en busca de un misterioso artefacto conocido como La máscara de los sueños y para ello tendrá que superar una serie de pruebas que involucran acertijos y rompecabezas.
La Máscara de los sueños (Mirrormask) es un trabajo interesante en donde se aprecian con claridad la influencia de otras cintas del género como Laberinto (1986) al igual que textos literarios como Alicia en el país de la maravillas de Lewis Carroll y El mago de Oz, de Frank L. Baum. Las obsesiones de Gaiman como los libros y el lenguaje, la coexistencia de diversos planos y el mundo onírico son detalles que, junto al extraordinario aspecto visual de McKean, hacen de esta película uno de los mejores filmes de fantasía de los últimos veinte años.
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