Por Raúl H. Pérez Navarrete
La película 300 finaliza y en los créditos figuran las personas responsables de lo visto en la pantalla. Director, escritores, reparto, técnicos, productores. Si bien su nombre no se encuentra ahí, el realizador estadounidense Robert Rodríguez está presente de manera irrefutable. Por principio de cuentas, por demostrar que es posible dotar de movimiento a las ilustraciones de los cómics y, en segundo lugar, por introducir al inconciente del público el nombre de Frank Miller, extraordinario escritor y dibujante de historietas. De alguna manera, 300 no existiría de nos ser por Rodríguez.
El caballero oscuro de la ciudad del pecado
El caballero oscuro de la ciudad del pecado
Frank Miller (Maryland, EE.UU., 1957) inicia su carrera como ilustrador en el año de 1978, a unos cuantos días de haber llegado a la ciudad de Nueva York; en poco tiempo se incorpora a las filas de Marvel Comics, una de las más célebres casas editoriales de la industria de la historieta, donde dibujó a varios de sus personajes más representativos. A fines de la década de los 80 trabaja para DC —competencia directa de Marvel— de donde surge la novela gráfica Batman: The Return of the dark knight, historia que tiene como protagonista a un Hombre murciélago ya retirado y con problemas cardiacos que se ve obligado a usar nuevamente la máscara y la capa. El estilo violento y obscuro de la obra fue una gran aportación al personaje que todavía era recordado por la colorida serie de televisión de los 60, estelarizada por Adam West. Incluso, en la versión fílmica de Batman de 1989, Tim Burton retoma muchas de las ideas planteadas por Miller.
La década de los 90 es testigo de la evolución del estilo del dibujante, ahora también convertido en un reconocido guionista. Respetado por su talento, Miller afianzaría su estatus de leyenda viviente con la publicación de Sin city, historia ubicada en un lugar conocido como “La ciudad del pecado” y habitada por políticos corruptos, sacerdotes caníbales y mujeres armadas con espadas y ametralladoras; en los estrechos callejones y sucias cantinas de la urbe, la palabra venganza escrita con sangre. Sin city hizo a un lado el color y utilizó el blanco y negro para dotar a la historieta con un aspecto visual que imitara la estética del cine noir (películas hollywoodenses sobre crímenes y detectives privados); tonos como el rojo o el azul, aparecían ocasionalmente en labios y vestidos femeninos, mientras que el amarillo en la piel de uno de los más notables villanos, Junior, pedófilo y asesino hijo de un importante senador.
Su carrera en el séptimo arte principia en 1990 con el guión de la secuela de RoboCop. Más tarde escribe la tercera parte y con este hecho firma el capítulo final de su primera y breve aventura en Hollywood. Tras decepcionarse del mundo de los reflectores y los grandes estudios, su reacción inmediata es jurar que nunca cederá los derechos de sus historietas para ser llevadas a la gran pantalla.
La década de los 90 es testigo de la evolución del estilo del dibujante, ahora también convertido en un reconocido guionista. Respetado por su talento, Miller afianzaría su estatus de leyenda viviente con la publicación de Sin city, historia ubicada en un lugar conocido como “La ciudad del pecado” y habitada por políticos corruptos, sacerdotes caníbales y mujeres armadas con espadas y ametralladoras; en los estrechos callejones y sucias cantinas de la urbe, la palabra venganza escrita con sangre. Sin city hizo a un lado el color y utilizó el blanco y negro para dotar a la historieta con un aspecto visual que imitara la estética del cine noir (películas hollywoodenses sobre crímenes y detectives privados); tonos como el rojo o el azul, aparecían ocasionalmente en labios y vestidos femeninos, mientras que el amarillo en la piel de uno de los más notables villanos, Junior, pedófilo y asesino hijo de un importante senador.
Su carrera en el séptimo arte principia en 1990 con el guión de la secuela de RoboCop. Más tarde escribe la tercera parte y con este hecho firma el capítulo final de su primera y breve aventura en Hollywood. Tras decepcionarse del mundo de los reflectores y los grandes estudios, su reacción inmediata es jurar que nunca cederá los derechos de sus historietas para ser llevadas a la gran pantalla.
Robert, él dijo que se llamaba Robert
El año es 2004. El director de cine Robert Rodríguez está junto a uno de sus héroes, Frank Miller, observando en la pantalla de una lap top un cortometraje inspirado en una de los relatos del ilustrador. Es el inicio de un proyecto que culminaría con el estreno de la cinta La ciudad del pecado (Sin city) al año siguiente. El filme fue un gran éxito gracias a la espectacular trama y al arriesgado aspecto visual extraído directamente de las páginas de la historieta. Si bien anteriormente el ya citado Tim Burton y Guillermo del Toro (Blade 2, Hellboy) habían llevado al cine personajes de cómic de manera notable, Rodríguez se vale del propio Miller para ayudarle en la concepción de la cinta y de las páginas de su obra como referencia obligada durante la filmación. El resultado final fue una película que de inmediato se transformó en un trabajo novedoso e inspirador. Con la fe restaurada en la industria fílmica, Miller emprende una nueva aventura haciéndose acompañar en esta ocasión por Zack Snyder. El objetivo de la mancuerna, la adaptación de cinematográfica de 300, novela gráfica publicada originalmente en 1998, inspirada en la película Los 300 espartanos (1962), que recrea la batalla de las Termópilas, hecho histórico situado en el año 480 a.C.
¿Un futuro en blanco y negro?
El año es 2004. El director de cine Robert Rodríguez está junto a uno de sus héroes, Frank Miller, observando en la pantalla de una lap top un cortometraje inspirado en una de los relatos del ilustrador. Es el inicio de un proyecto que culminaría con el estreno de la cinta La ciudad del pecado (Sin city) al año siguiente. El filme fue un gran éxito gracias a la espectacular trama y al arriesgado aspecto visual extraído directamente de las páginas de la historieta. Si bien anteriormente el ya citado Tim Burton y Guillermo del Toro (Blade 2, Hellboy) habían llevado al cine personajes de cómic de manera notable, Rodríguez se vale del propio Miller para ayudarle en la concepción de la cinta y de las páginas de su obra como referencia obligada durante la filmación. El resultado final fue una película que de inmediato se transformó en un trabajo novedoso e inspirador. Con la fe restaurada en la industria fílmica, Miller emprende una nueva aventura haciéndose acompañar en esta ocasión por Zack Snyder. El objetivo de la mancuerna, la adaptación de cinematográfica de 300, novela gráfica publicada originalmente en 1998, inspirada en la película Los 300 espartanos (1962), que recrea la batalla de las Termópilas, hecho histórico situado en el año 480 a.C.
¿Un futuro en blanco y negro?
Como resultado de la carencia de imaginación y constante búsqueda de hacer dinero fácil, los estudios de Hollywood han encontrado en Frank Miller a su nueva mina de oro, que al igual que muchos otros, será rápidamente reemplazado. En el aspecto positivo, tanto La ciudad del pecado como 300 (omito aquí la terrible The Spirit del 2008), acercan a un nuevo público a este autor que ha aportado frescura no sólo al cómic de superhéroes, sino a las industrias de la historieta y el cine por igual.
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