Por
Raúl H. Pérez Navarrete
Escribo
estas líneas en la soledad de mi habitación al mismo tiempo que en el Teatro
Armando Manzanero tiene lugar el 3er. Coloquio del Cómic en la Cultura; mientras
tanto, en algún punto de la gigantesca ciudad de México, Nadiezhda Camacho
Quiroz le dedica una noche más a su tesis que versa sobre chicos y chicas que
aman a los zombies y las caricaturas de los años 80’s, compran mangas y cómics, y disfrutan de viejas películas sobre
cazadores de fantasmas y adolescentes que viajan en el tiempo gracias a un
Delorean. En pocas palabras: frikys.
¿Qué es hoy en día un friky? ¿Es un
fan? ¿Un coleccionista? ¿Una persona con una peculiar forma de vivir? Quienes
se consideran parte de esta gran subcultura que engloba por igual a otakus, gamers,
fanboys, seguidores de Star Wars, trekkies, entre otros, no es un secreto que aquello
que disfrutan y los define desde hace muchos años, ahora es parte del mainstream: un ejemplo más que obvio es
la popular serie estadounidense Big Bang
Theory, creada por Chuck Lorre y Bill Prady, estrenada en septiembre del
2007.
Si en el pasado disfrutar de cómics, ánimes y videojuegos era motivo de burla, rechazo e incluso violencia física, ahora ser un geek, un nerd o un friky es algo popular. Los héroes de varios programas televisivos de los lejanos años 90’s eran niños y adolescentes cuya raison d'être era jugarle bromas a sus compañeros y hacerle la vida imposible a los directores de sus respectivas escuelas; ahora, aquel nerd que era el blanco de las crueles bromas de Zack Morris o Bart Simpson pasó a primer plano, se convirtió en el protagonista, en el héroe de la historia; en más de un sentido, es la “venganza de los nerds”.
Supergirl Rosalind Friday, por Edson Carlos. |
¿Hollywood se apropio de lo que desde
hace mucho nos pertenece? Desde luego que sí. Pero, mientras las modas son por
definición pasajeras, el friky permanece, pues ante todo, es un estilo de vida y,
muchas veces, aquello que el friky disfruta -y las relaciones humanas que crea a partir de eso-, son la pieza fundamental de su misma esencia. Eso, sin duda, es
imposible de robar.
Mérida,
Yucatán, 16 de noviembre de 2012.
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