Por Raúl H. Pérez Navarrete
En 1991 Neil Gaiman obtuvo el premio
literario World fantasy award en la categoría “mejor historia corta” gracias al
número 19 de The sandman, historieta
publicada por DC comics cuyo protagonista es Morfeo, la personificación del
ensueño. En dicho número, William Shakespeare presenta por primera vez, en un
campo cercano a las colinas de Wealden, en East Sussex, su obra Sueño de una noche de verano ante los
mismos Oberón y Titania, y su séquito de hadas y duendes. El peculiar estreno
es producto de un trato que el dramaturgo inglés ha hecho con Morfeo.
Cuatro
años antes, DC utilizó la etiqueta “novela gráfica” para proyectar las
historietas Watchemen y Dark knight returns más allá del círculo
de lectores de cómics pues se trataba de obras novedosas que rompían con los
esquemas utilizados durante décadas en el subgénero de los superhéroes. En el
año 2005, Watchmen aparecería en la lista de la revista Time de las 100 mejores novelas en
lengua inglesa publicadas desde 1923.
Portada de Watchmen #1 (1986). |
¿Es
el cómic literatura? La respuesta es, sencillamente, no. La historieta o cómic
es un medio de expresión propio conformado por textos y elementos visuales que
posee sus propias reglas. En su libro Understanding
comics, Scott McCloud retoma el concepto “arte secuencial” (creado por el
dibujante Will Eisner) en un intento por analizar esta manifestación creativa. Este
término le permite a McCloud incluir como antecedentes del cómic al Tapiz de
Bayeux, el Códice Nuttall, algunas obras de William Hogarth y de Rodolphe
Töpffer, así como las “novelas sin palabras” de Frans Masereel y Lyn Ward
producidas a principios del siglo XX.[1]
Es
natural pensar en el cómic como una
forma de expresión cercana a la literatura; en su ensayo Writing for comics, Alan Moore afirma
que en la creación de una historieta “la escritura se encuentra en el principio
del proceso”; antes de hablar de onomatopeyas, paneles y colores, Moore asevera
que hay que contar historias relevantes, reflexiona sobre el ritmo de las
palabras, y hace una disertación breve sobre el humor.
El
cómic tampoco es un producto derivado de la cinematografía aunque desde luego
las comparaciones son inevitables e incluso necesarias en algunas ocasiones. En
los guiones de cómic no es raro encontrar términos emanados del mundo del cine:
“Me expreso empleando conceptos como close-up,
long shot, zoom y paneo” -expresa Alan Moore en su primer capítulo de Writing for comics-. “Es una forma
práctica de transmitir instrucciones visuales precisas.” Sin embargo, él mismo
señala inmediatamente que esta práctica “tiende a definir en nuestra mente a
los valores del cómic como virtualmente indistinguibles de los valores
cinematográficos”. El escritor británico sentencia que en vez de concentrarnos
en los elementos cinematográficos que el cómic puede emular, “¿no deberíamos
considerar las técnicas del cómic que el cine no puede duplicar?”
Otro
lenguaje narrativo
Little Nemo in Slumberland. |
Hoy en día, las posibilidades
expresivas propias del cómic pueden encontrase tanto dentro como fuera de las
historietas producidas por las grandes editoriales; por ejemplo, los estilos
minimalistas empleados por Art Spiegelman en Maus, y Marjane Satrapi en Persépolis
mostraron ser eficaces para contar historias biográficas que tienen como telón
de fondo episodios históricos como el Holocausto y la revolución iraní. Por
otro lado, en las páginas de Batwoman
y Promethea, J.H. Williams III se
alejó del formato rígido de la distribución tradicional de las escenas al hacer
composiciones poco convencionales que evocaban el trabajo de Jim Steranko de
los años 60[2],
y aún el del pionero del cómic Winsor McCay, en cuya obra de principios del siglo
XX, Little Nemo in Slumberland, descubrimos
algunos de los recursos que un cómic puede emplear.
Páginas de Promethea, ilustradas por J.H. Williams III. |
Artistas
visuales como Dave McKean y David Mack, por su parte, emplean pintura,
ilustración, fotografía y collage para la creación de sus historietas,
otorgándole así una textura y una estética inusitadas a dichas obras.
Portada de The Sandman #19, por Dave McKean. |
La
intertextualidad, los símbolos recurrentes, la simetría de los paneles, la
incorporación de textos en prosa, y el contraste entre diálogos e imágenes son
algunos de los recursos que Alan Moore y el dibujante Dave Gibbons incorporaron
en Watchmen. Ambos mostraron que el
mundo del cómic puede explorar otros caminos narrativos.
En
años recientes, sin duda el ejemplo más ambicioso de los límites que puede
alcanzar el cómic es Building stories,
de Chris Ware. Publicado en 2012, la novela gráfica “parece una caja de juegos
reunidos. Al abrirlo nos encontramos con 14 libros, cuadernillos, revistas,
diarios, folletos e incluso tiras sueltas, que rinden homenaje a casi todos los
formatos que han tenido los cómics en su historia, desde el tamaño sábana de
los periódicos hasta la tapa dura de la novela gráfica, pasando por una simple
tira cómica.”[3]
Building stories. |
Con
el éxito de las adaptaciones cinematográficas de historietas de Marvel y DC,
amén de la avalancha de subproductos que las rodean, es fácil olvidar que el
cómic se extiende más allá del acartonado subgénero de los superhéroes. Basta
mirar a otras editoriales y a otros autores para constatar que en el universo
del cómic existen otros personajes además de aquellos que combaten
supervillanos y usan máscaras y capas. Además de las obras arriba mencionadas,
no quisiera dejar pasar la oportunidad para mencionar el trabajo y la obra de
otros autores que son un buen punto de partida para explorar este vasto mundo: Operación Bolívar y Los perros salvajes, del mexicano Edgar Clément, cómic que reflexiona
por igual sobre la mitología y la corrupción de nuestro país; Las puertitas del señor López, de los
argentinos Carlos Trillo y Horacio Altuna, cuyo protagonista, un anodino
oficinista, escapa de diversas formas de represión gracias al simple acto de
atravesar una puerta; finalmente, el trabajo en solitario de Moebius, uno de
los artistas de cómic más influyentes en los últimos 50 años.
Los perros salvajes. |
*Artículo publicado originalmente en el número 21 de Al pie de la letra.
[1] Si bien
McCloud considera que es complicado buscar antecedentes del cómic más allá del
siglo XI, a la vez asevera que la columna de Trajano y las pinturas griega y
japonesa “deben ser exploradas”.
[2] Jim
Steranko se inspira en el op art y el surrealismo para ilustrar las páginas de Nick Fury, Agent of S.H.I.E.L.D.,
historieta publicada por Marvel comics.
[3] Jesús
Jiménez, 'Fabricar historias', de Chris Ware ¿El libro del año?
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