In memoriam, Stanley Lieber (1922-2018)
Por Raúl H. Pérez Navarrete
Por Raúl H. Pérez Navarrete
Stan Lee tras su charla en CONQUE 2017, celebrada en la ciudad de Querétaro. |
El origen de la leyenda
Stan Lee fue un
adolescente que corría llevando sándwiches y café en una oficina neoyorkina en
los años 30. Fue un reparador de postes de telégrafo y autor de guiones y
manuales mientras estuvo en el ejército. Fue un eterno enamorado de su esposa
Joanie. Fue un gran publicista de su persona, así como de los personajes y de
la empresa que ayudó a crear. Fue un villano en las páginas de DC –Funky
Flashman- creado por la talentosa –y en ese entonces rencorosa- mano de Jack
Kirby. Stan Lee fue también el inspirador de incontables sueños en sus
incontables admiradores.
Nacido
el 28 de diciembre de 1922, Stanley Martin Lieber fue un hombre de muchas
máscaras. Una de las más duraderas, la que se convirtió en una de sus señas
particulares, fue su seudónimo, usado originalmente para esconder su identidad
ante la vergüenza que sentía al escribir historietas. Era una época distinta en
donde el cómic, a pesar de antecedentes notables como los producidos por Winsor
McCay y George Herriman, era un producto de entretenimiento barato, poco
creativo, para un público principalmente masculino, infantil y adolescente.
Nace el gran editor de Marvel
A punto de abandonar
la industria, Lee se dio una última oportunidad tras un encargo de su editor:
Martin Goodman deseaba competir contra la Liga de la Justica, incipiente
historieta de la editorial rival, DC Comics. “Esta es tu oportunidad de hacer
las cosas que siempre habías querido”, le expresó en ese entonces Joan, su
esposa. “Lo peor que puede pasar es que Martin se enoje contigo y te despida, y
tú ya quieres renunciar de todos modos”. Fue así como nacieron Los Cuatro
Fantásticos e inició con ellos una verdadera revolución en la industria del
entretenimiento.
Stan
Lee, junto a los ilustradores Steve Ditko y Jack Kirby, moldearon al superhéroe
moderno: hombres y mujeres que poseen un realismo que los acercaba a sus
lectores y que se diferenciaban claramente de los héroes de DC pues no eran
reinvenciones de dioses de la antigüedad, no eran millonarios huraños, ni
amazonas. The Thing y Hulk eran monstruos; Peter Parker un nerd de
preparatoria, mientras que los X-Men un grupo de jóvenes con increíbles
habilidades que son al mismo tiempo una maldición y un regalo extraordinario
que causaban temor y rechazo entre la gente.
Stan
Lee logró esto porque supo incorporar a la otredad en sus historias: sus
personajes eran metáforas del paria, de la minoría rechazada que en las calles
del mundo real clamaba por sus derechos; era el inicio de la década de los 60 y
la voz de personajes importantes como Martin Luther King empezaban a hacer eco
entre la gente.
Stan
logró igualmente entender las formas de concebir una historia, la manera de
atrapar al lector, de usar giros inesperados. En las páginas de Amazing fantasy
#15, por ejemplo, el debut de Spider-Man, el lector descubre cómo Peter Parker
es en parte responsable del asesinato de Ben, su tío y figura paterna, al dejar
escapar a un ladrón que más tarde atracaría el hogar de sus ancianos tíos. En
las manos de Stan, los superhéroes eran figuras de tintes trágicos, aplastadas
invariablemente por el destino pero que, a diferencia de los protagonistas de
las grandes obras dramáticas de la antigüedad, en las últimas páginas lograban
sobreponerse a la adversidad, impregnados ahora con un dejo de amargura y
sabiduría.
El embajador de una industria
Stan Lee fue un
escritor y un extraordinario defensor de la historieta. Ávido lector desde su
infancia, consideró al cómic como una herramienta legítima para fomentar el
hábito de la lectura. El espíritu de Julio Verne, Robert Louis Stevenson, Mary
Shelley y Arthur Conan Doyle se encontraba detrás de su aliento creador y en la
difusión de la literatura que hacía entre sus seguidores.
Extrovertido,
amable y con un sencillo sentido del humor, Lee se conectó con su público como
ningún otro miembro de la industria del cómic lo había hecho antes. Columnas,
respuestas a cartas de los lectores, formación de clubes de fans, apariciones
en convenciones de historietas; Stan se convirtió en la cara más conocida no
sólo de la editorial que ayudó a construir, sino de una industria a la que un
día casi abandona. El inicio del universo cinematográfico de Marvel lo
catapultó hacia un público que nunca había leído un cómic y que rápidamente lo
aceptó como un nuevo ícono de la cultura pop, junto a creadores como Walt
Disney y George Lucas.
El
resto de su vida la hemos atestiguado en la última década. El martes 13 de
noviembre de 2018 despertamos en la orfandad tras la muerte de Stan Lee. Pero,
al igual que un padre que ha desaparecido físicamente de este mundo, su vida y
sus palabras tienen eco en aquellos que lo conocieron. Como dijo el crítico de
cine Jesús Chavarría: “Stan Lee fue un hombre que soñó para que otros soñaran”.
Ese fue Stan Lee…
Artículo publicado originalmente en Revista Soma.
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