domingo, 25 de noviembre de 2012

Humor de laboratorio: entrevista a Jorge Pinto


Por Raúl H. Pérez Navarrete


“…algunos apoyan su vida con la fe, otros lo hacemos con la verdad”

Jorge Pinto




En 1995, la revista Comics Scene publicó en su número 50 las respuestas que varias personalidades del mundo de la historieta otorgaron luego de cuestionarles sobre cómo imaginaban el cómic en el siglo XXI. Escritores, dibujantes y editores como Mike Richardson, Timothy Truman, Roy Thomas y Bill Sienkiewicz destacaron que el uso de la computadora y las herramientas que la rodean serían indispensables en el futuro de la industria. No se equivocaron, las nuevas tecnologías dieron lugar a fenómenos como los webcómics, historietas publicadas en internet y producidas por sus mismos creadores. XKCD, El joven Lovecraft, Caballo negro, Oseano y La caricatura existencialista son algunos ejemplos de esta forma de expresión en la red.

Uno de los más interesantes webcómics surgidos recientemente es Bunsen, escrito y dibujado por Jorge Pinto, diseñador gráfico de 24 años nacido en Mérida, Yucatán, y que actualmente reside en el D.F.

Un proyecto fuera de control

Bunsen tiene como escenario principal un laboratorio en donde el Dr. Víctor Arroyo y el Dr. Adel Ortega conviven con los animales Orvil (un ratón de color rosa y de aire siniestro cuyo nombre proviene del inventor Orvil Wright), Diana (un ave que funge como la voz maternal del grupo), y el Rey Mono (oficialmente espécimen MN-96) y Niko (por el científico Nikola Tesla), un par de simios, padre e hijo.

“Originalmente lo concebí como una plataforma para hablar con humor sobre temas que me interesan, específicamente la ciencia”, comenta Jorge Pinto sobre su obra, “pero con el tiempo se ha ido transformando en una historia más compleja. Una historia que, entre muchas otras cosas, relata las dificultades que uno pasa cuando intenta hacer bien las cosas en un país que no sabe apreciar las cosas bien hechas”.

Calificada por su autor como un reto personal que se salió de control (“a ver si puedo hacer 150 tiras de un cómic sin parar”), Bunsen es el lugar donde Jorge Pinto conjuga su pasión por el mundo y la cultura del pensamiento crítico, con su admiración por la obra de Charles Schulz (Peanuts), Bill Watterson (Calvin & Hobbes) y Quino (Mafalda).

“Recuerdo específicamente el planteamiento que me llevó a escribir el primer guión de Bunsen”, confiesa Pinto, “¿Cómo hago un chiste burlándome de los creacionistas? (aquellos que reniegan la Teoría de la Evolución y creen que sus textos religiosos son relatos históricos literales). La respuesta fue: ‘Usa a un mono que no cree en la evolución porque piensa que las (horribles) personas nunca pudieron haber salido de su (admirable) especie’”.

“Un mono me llevó a un científico y un científico me llevó a un rector de universidad”, continúa explicando su autor, “es decir, mi motivación fue poder crear humor con un tema que me apasionara, evitando recurrir a los moldes de cómic tradicional que todos nos sabemos de memoria. Nadie necesita otra historieta sobre las aventuras de un niño travieso”.

El comentario anterior se ve reflejado claramente en varias de las tiras en donde las referencias a la tecnología y la ciencia se conjugan con alusiones a la cultura de masas (videojuegos, películas, series de televisión) y a las relaciones de los personajes. Un ejemplo de esto es la tira número 034, donde el laboratorio sufre de una plaga Pacmans debido a que Adel insistió en fumigar una madriguera de fantasmas: “eso es lo que pasa cuando alteras un ecosistema”, le reclama furioso el profesor Víctor a su colega en una de las primeras viñetas.

Un ícono de la subcultura geek

La popularidad de Bunsen es tal que en la página de la historieta se venden copias de la mayoría de las tiras en memorias USB con la forma de algunos de los personajes, además, ha permitido a su creador involucrase en otros proyectos como la ilustración de libros infantiles y la página Candelario, junto a otros artistas visuales.

Cuestionado sobre la razón del éxito del cómic, Jorge Pinto responde que la “razón por la que se volvió tan popular fue porque la temática de la historia - la ciencia - sirve como estandarte para una subcultura que por fin está explotando en todo nuestro país: los geeks”.

“Un geek”, explica el diseñador y guionista, “es una persona con intereses muy marcados, con una inclinación hacia el conocimiento que lo lleva a descubrir cosas muy variadas (y a veces muy extrañas) en la vida. Los geeks están naturalmente atraídos hacia la ciencia y la tecnología porque éstas son las principales proveedoras de conocimiento e innovación en nuestra civilización. En otras palabras, hay mucha gente que, al igual que yo, quiere burlarse de los creacionistas, homeópatas, psíquicos y, en general, de la gente que detiene el progreso”.

Detrás del humor aparentemente infantil, Bunsen se revela como una tira cómica que va más allá de los guiños a series clásicas de televisión y películas de culto pues en los gags y situaciones creadas por Jorge Pinto subyacen realidades mucho más prosaicas: “el cómic funciona porque encontré a muchísimos lectores que me entienden perfectamente cuando dibujo a un jefe que no tiene idea de lo que hace. Cuando escribo chistes sobre alguien que está orgulloso de su propia ignorancia. Cuando cuento la historia de alguien con iniciativa que no encuentra a nadie que sepa apreciar sus esfuerzos”.

Más allá de las viñetas

En un mundo en donde el oscurantismo surge inesperadamente de los más diversos rincones -desde autobuses londinenses hasta reglamentos que guardan “la moral y las buenas costumbres” en ciudades mexicanas-, Bunsen es sin duda una apología de la ciencia.

Dejando de lado la historieta, mi última pregunta se enfoca hacia cómo nació en Jorge Pinto el interés por la ciencia: “Antes de poder tener logros personales”, responde, “desde muy joven, el escepticismo me dio algo de lo que sentirme orgulloso. La acción de investigar la verdad sobre cosas que la mayoría de la gente entiende incorrectamente se convirtió en uno de mis primeros hobbies”.

“Esto dio paso a que descubriera a la ciencia. Y no me refiero necesariamente a la ciencia dura que la mayoría de la gente conoce, sino a la filosofía general del pensamiento científico: la objetividad, el sentido común, la autocrítica, la imaginación enfocada, la honestidad intelectual, etc.”

“Yo no sé casi nada sobre el genoma humano o la teoría de cuerdas. Lo que sí sé, por ejemplo, es que las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias y que si vas a decir que te visitan los OVNIS o sentiste el espíritu de un familiar muerto, vas a necesitar más argumentos que "no puedes probar que no es cierto". Y esto, que parece tan exótico, en realidad se cuela a todos los aspectos de la vida. La ciencia nos da lecciones que todos podemos y debemos aprovechar en nuestro día a día... Observa a tu alrededor. Cuestiónalo todo. No llegues a conclusiones precipitadas. Cuando no sepas algo, investígalo. Defiende tu visión personal. Rectifícala cuando alguien señale sus defectos. Toma riesgos. Aprende a controlarlos. Experimenta.”

“Todo esto va mucho más allá de la propia ciencia porque cuando uno aprende a usar esas herramientas, puede construir con ellas lo que quiera. Por eso me interesa tanto; algunos apoyan su vida con la fe, otros lo hacemos con la verdad.”



Publicado originalmente en la revista Soma, número 7, mazo 2009.

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